viernes, 12 de julio de 2013

LEGADO Y OBRA DE UN GIGANTE UNIVERSAL


“A un tal Bolívar le dicen el Libertador”
Bolívar tuvo que compaginar en muchas ocasiones las obligaciones políticas con las militares por lo que muchas veces se ven entremezcladas entre sí.

Simón, de la estirpe vasca de los Bolibarjauregui, nació en la noche del 24 al 25 de julio de 1783 en una casa solariega ubicada en la Plaza San Jacinto de Caracas. Fue bautizado el 30 de julio de 1783, en la Catedral de Caracas, con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de la Concepción, por el doctor Juan Félix Jerez de Aristeguieta, su primo hermano quien, de acuerdo con don Juan Vicente, padre del niño, le puso el nombre de Simón.

En enero de 1786, cuando Simón contaba dos años de edad, su padre murió de tuberculosis, y así doña Concepción quedó como cabeza de familia, velando eficientemente por los intereses de la familia hasta su muerte. Sin embargo, las responsabilidades hicieron que su salud, también enferma de tuberculosis, decayera rápidamente y, según la opinión de médicos historiadores, es posible que ya entonces Bolívar sufriera la primo-infección tuberculosa con un tipo de tuberculosis que pasa inadvertida mientras las defensas corporales son favorables. Concepción murió el 6 de julio de 1792, cuando Simón tenía nueve años, pero tomando la precaución de hacer un testamento en el que dispuso quién debería hacerse cargo de sus hijos.

Los hermanos Bolívar pasaron entonces a la custodia de su abuelo, don Feliciano Palacios, que cuando asumió el papel de tutor se sentía tan enfermo que empezó a preparar también su testamento para designar un sustituto como tutor de sus nietos y decidió pedir opinión a éstos para respetar su voluntad. Simón fue confiado a su tío don Esteban Palacios y Blanco, pero como éste se encontraba en España permaneció bajo la custodia de don Carlos Palacios y Blanco, otro de sus tíos, que por lo visto era un hombre con el que no se llevaba bien y que era tosco, de carácter duro, mentalidad estrecha, que se ausentaba frecuentemente de Caracas para atender sus propiedades y que por lo tanto solía dejar a su sobrino atendido por la servidumbre y asistiendo por su cuenta a la Escuela Pública de Caracas. Las referencias que dejó Bolívar en su correspondencia hacen suponer que su infancia fue dichosa, feliz, segura, rodeada de sólidos afectos y gratos recuerdos con parientes destacados e influyentes dentro de un ambiente aristocrático y en general, dentro de un ambiente que le brindó equilibrio emocional, cariño y afecto.


El desempeño escolar de Bolívar no fue muy brillante como alumno de la Escuela Pública, institución administrada por el Cabildo de Caracas que funcionaba de forma deficiente debido a la carencia de recursos y organización. En aquel entonces, Simón Rodríguez era maestro de Bolívar en esta escuela y don Carlos, pensaba enviarle a vivir con él porque no podía atenderlo personalmente y las protestas de su sobrina María Antonia sobre la educación y atenciones que recibía su hermano eran frecuentes. Ante la perspectiva de vivir con su maestro, Simón escapó de la casa de su tío el 23 de julio de 1795, para refugiarse en la de su hermana María Antonia, que ejerció su custodia temporal, hasta que se resolvió el litigio judicial en la Real Audiencia de Caracas que devolvió a don Carlos, la custodia de Simón.





Simón trató de resistirse pero fue sacado por la fuerza de casa de su hermana y llevado en volandas por un esclavo hasta la vivienda de su maestro. Una vez allí, las condiciones en las que vivía con el maestro Rodríguez no eran las ideales, pues tenía que compartir el espacio con 20 personas en una casa no apta para ello, y por esto Simón escapó de allí un par de veces, en las que terminó volviendo por orden de los tribunales. Al poco tiempo, Rodríguez renunció a su cargo de maestro para irse a Europa y la Real Audiencia de Caracas determinó que Simón fuera trasladado a la Academia de Matemáticas, dirigida por el padre Andújar y que funcionaba en casa de su tío Carlos. Al parecer, en esta academia la formación de Bolívar mejoró notablemente en calidad y cantidad, y fue complementada con lecciones de Historia y Cosmografía impartidas por don Andrés Bello hasta su ingreso en el Batallón de Milicias de blancos de los Valles de Aragua el 14 de enero de 1797.




Existe la falsa idea de que entre 1793 y 1795, estuvo inscrito en el Colegio Real de Sorèze en el Sur de Francia, en el departamento del Tarn.




Bolívar fue enviado a España a los 15 años para continuar sus estudios. En Madrid en 1800 conoció a la joven María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, cuando sólo tenía 17 años de edad y ella 20.7 En agosto de 1800 María Teresa aceptó el noviazgo con Simón Bolívar, y contrajeron matrimonio el 26 de mayo de 1802,8 en el Teatrillo del Palacio del Duque de Frías, donde funcionaba la primitiva Iglesia Parroquial de San José; Bolívar tenía 19 años y María Teresa 21. Al cabo de unos 20 días se trasladaron a La Coruña.El 15 de junio de 1802 partieron los recién casados hacia Caracas, desembarcando el 12 de julio en La Guaira. Después de una corta estadía en Caracas se trasladaron a la "Casa Grande" del ingenio Bolívar en San Mateo. María Teresa enfermó poco después de "fiebres malignas" —hoy día identificadas indistintamente como fiebre amarilla o paludismo— por lo que el matrimonio regresó a Caracas a su Casa del Vínculo, en Caracas, donde ella murió el 22 de enero de 1803.El joven Bolívar se dedicó a viajar, transido de dolor, para mitigar la pena que le causó el fallecimiento de su esposa. Fue en este estado de ánimo cuando juró no volver a casarse jamás.




En el mismo año de la muerte de su esposa viajó a París, donde se dedicó junto a su antiguo maestro Simón Rodríguez a la lectura de los clásicos y a ilustrarse en diversos campos del saber universal. Viajó luego por Italia en compañía de Rodríguez y el 15 de agosto de 1805 en el Monte Sacro de Roma juró libertar a su patria. Regresó a Venezuela en 1806 y a la vez que administraba los negocios familiares se unió esfuerzos a la causa revolucionaria.

“¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”



En general, Bolívar tuvo que compaginar en muchas ocasiones las obligaciones políticas con las militares por lo que muchas veces se ven entremezcladas entre sí. Su obra política ha sido analizada principalmente a través de la copiosa correspondencia, informes y discursos que realizó a lo largo de su vida. Así, el Manifiesto de Cartagena, la Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura están consideradas sus principales exposiciones políticas.

Fue un estratega, político y militar excepcional, en ocasiones con un carácter recio, prueba de ello es que, en innumerables ocasiones perdonó a sus detractores, sin embargo en otras fue implacable tal y como lo fue en el año 1813 con el Decreto de Guerra a muerte. Fundó y refundo la república sin rendirse hasta acabar con el imperio español, organizo milicias y creo una nueva forma de gobierno, conceptúo constituciones y con su espíritu de guerrero fue capaz de hacer una de sus proezas más recordadas LA CAMPAÑA ADMIRABLE, no conforme con la libertad de su tierra natal, expandió su obra libertaria desde La Nueva Granada, Junín, El Chimborazo pasando por Pichincha hasta llegar al alto Perú haciendo realidad su sueño de una patria grande, libre, soberana pero sobre todo unida a la que le dio por nombre La Gran Colombia.




Una gran personalidad y un eterno enamorado, pues muchos historiadores hablan de sus muchas aventuras amorosas, pero la más emblemática fue la relación amorosa que sostuvo por años con Manuelita Sáenz, una Quiteña que para el momento de encontrarse con Bolívar estaba casada con un hombre que le doblaba la edad en uno de los tan acostumbrados matrimonios arreglados de la época, pero esto no fue impedimento para que ambos  profesaran un amor personal y a la patria que los unió hasta el fin de sus días. 




Bolívar llegó a Santa Marta en estado de postración el 1 de diciembre de 1830, tras una penosa travesía por el río Magdalena desde Bogotá. A pesar del buen clima y las atenciones recibidas, su salud empeoró a los pocos días, teniendo algunos momentos de lucidez que le permitieron dictar su testamento y su Última proclama, donde un Bolívar gravemente enfermo clamaba porque su muerte, por lo menos, permitiera la consolidación de la unión y la desaparición de los partidos.


Colombianos:
“Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.”

Finalmente, el Libertador Simón Bolívar falleció el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años de edad, en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta. A la una y tres minutos de la tarde murió el sol de Colombia, según rezó el comunicado oficial.







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